El zoológico del colegio Juan XXIII de la ciudad de Encarnación es un lugar ideal para llevar a los niños, recorrer, conocer y aprender sobre las diferentes especies, algunas en peligro de extinción, como el aguará. Allá conviven alrededor de 80 especies, entre ellas pavo real, oso hormiguero, monos, loros, coatí, mborevís, tucanes, serpientes como la curiyú, ñacaninás «mansas», al punto de que los niños pueden colgarse al cuello unas cuantas y posar como verdaderos «héroes». De hecho, esta posibilidad es una de las mayores atracciones del zoológico. Los niños se sienten realizados al perder el miedo ante estos reptiles.

También llaman la atención de grandes y chicos, los yaguaretés, especie que figura entre los felinos más grandes de Sudamérica. Sus rugidos se escuchan a varias cuadras a la redonda y, aunque generan temor, la curiosidad lo supera. Hay cinco adultos y dos cachorros, que pasan de brazo en brazo entre los visitantes; mansitos y tiernos, aunque de vez en cuando sacan sus garritas y lanzan rugidos «atemorizantes».

En nuestro recorrido nos encontramos también con cuervos y taguató. El taguató es un ave rapaz muy poderosa que está desapareciendo rápidamente. El mboreví o tapir, el peso pesado del monte, es otro «habitante» del zoológico. Para quienes no lo conocen, les contamos que es un animal grande y tiene la trompa alargada. Los niños suelen subir sobre el lomo y pasear «dentro de su casa». «Es una linda experiencia, les gusta mucho a los niños», afirma don David Fretes. Los tuyuyús, que a simple vista parecen una cigüeña común, son otro de los atractivos, así como los aguarás, en peligro de extinción. Se los ve altos, con patas largas y cabeza pequeña, en desproporción con relación a las demás partes de su cuerpo. «Es totalmente inofensivo para el hombre», asegura el responsable, mientras recorremos el gran predio inundado de sonidos, colores, formas, tamaños, texturas y bellezas. Agregamos que es un bello exponente de nuestra fauna, pero su sobrevivencia resulta sombría, ya que figura en la lista negra de especies en peligro de extinción.

También hay tucanes que con sus coloridas plumas transmiten belleza. Estas aves se caracterizan por su largo y ancho pico. Sigue la lista con el carayá. «Estos habitan cerca de la orilla del río y son un poco tímidos», aporta el cuidador Ignacio.

En el zoológico se desarrollan actividades educativas y recreativas, como las visitas guiadas de escolares y delegaciones de distintas instituciones, que difunden las características de cada especie y las anécdotas de algunos ejemplares.

Suma y sigue la lista. Variedades de patos, teyú guazú, coatís, yacarés, y el pájaro o guyrá campana, en peligro crítico de extinción. En nuestro país, su supervivencia está seriamente comprometida debido a la destrucción de su hábitat y a la cacería de que es objeto, pero en la Perla del Sur hay una que espera ser visitada al igual que ¡una leona y un puma! Verlos bien de cerca impresiona. Enormes. Sus rugidos retumban en el predio, aunque ante la presencia de don David se tranquilizan y comen de su mano. «La mayoría está con nosotros desde que eran bebés y están acostumbrados a la presencia humana. Es más, les gusta que se les acaricie, pero ver a los niños interactuar con ellos es maravilloso», agrega Victoriano Fretes, otro de los responsables.

El valor de la entrada es mil guaranies, niños, y dos mil guaraníes adultos, con acceso a las ochenta especies distribuidas en 24 especies de mamíferos, quince reptiles y cuarenta y siete aves. «Llevamos trece años abriendo nuestras puertas a los niños, a las familias, a todo público en general. Creemos que los zoológicos ocupan un rol importante como un lugar donde se conservan o preservan a los animales en peligro de extinción. De hecho, esto no solo es un lugar de simple observación, sino también de concienciación pública, de incremento de conocimientos, de divulgación de informaciones», expresa el señor Victoriano Fretes.

Allá también se forman grupos reproductivos. Los yaguaretés, por ejemplo, van en aumento, así como los monos y los patos. «Hay que tratar de continuar la especie, sobre todo aquellas en peligro de extinción, pero nuestro espacio se va reduciendo. Necesitamos un lugar más grande donde puedan estar con mayor confort. Ya solicitamos a la Gobernación y esta a la Entidad Binacional Yacyretá. Estamos expectantes». El predio actual es de tres mil trescientos metros cuadrados.

¿Cómo viven? Los gastos son absorbidos por el colegio Juan XXIII. Ayudan las entradas de las visitas y algunas contribuciones. «Están muy bien cuidados y alimentados». Se ve a simple vista. En el momento de la visita de ABC Revista, las jaulas estaban siendo limpiadas, los animales alimentados de la mano de don David y con sumo cariño. «Tratamos de satisfacer sus necesidades a tiempo, cuidamos las medicaciones, la higiene y les damos mucho cariño. Somos una gran familia, aunque no sus dueños. Ellos pertenecen a la naturaleza y nuestro sueño es poder devolverlos a su hábitat con la certeza de que sus derechos a la vida van a ser respetados, mientras tanto les damos amor y protección».

Definitivamente, el jardín zoológico de Encarnación es un paseo corto y entretenido, principalmente para los niños. Allá priman la educación para preservar las especies con amor y respeto. Se encuentra sobre la Ruta I, a la altura del kilómetro 349, unos seis kilómetros antes de la ciudad de Encarnación.  

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